LGBT+

La importancia de Enrique Servín en la lucha a favor de la comunidad LGBT+, recae en que, con discreción y sobriedad, y apoyando la iniciativa de Jaime García Chavez (Diputado local), fueron los pioneros en armar la Ley de Pactos Civiles de Solidaridad. Comenta García Chávez que esta iniciativa iba en contra del latente conservadurismo que caracteriza a la sociedad chihuahuense, y buscaba ser una propuesta intermedia entre la visión del matrimonio tradicional (hombre-mujer) y el matrimonio igualitario (personas del mismo sexo). Se trataba de abrir una brecha, y esta brecha implicaba que personas del mismo género o diversos géneros pudieran pactar una convivencia, es decir, generar un pacto civil para compartir patrimonio, derechos; otorgarles existencia jurídica.

Panfleto de la iniciativa

García Chávez nos aporta que Enrique Servín se volvió de algún modo el rostro o representante de la comunidad LGBT+ a la hora de defender esta iniciativa, presentándose como miembro y parte de esta comunidad. El activismo de Enrique fue constante e importante, ya que se presentaba en reuniones en donde aportaba información, reflexiones filosóficas, históricas y éticas, algunas veces incluyendo antecedentes bíblicos acerca de las uniones homosexuales.

«Una sociedad democrática moderna se sustenta en la vigencia de los derechos humanos tales como: la libertad de cultos, la libertad de pensamiento, opinión y la de asociación; así como en el respeto pleno a las personas en situación de diferencia social por su condición de género, pluralidad cultural, étnica, orientaciones sexuales, apariencia física, discapacidad o estado de salud, entre otras. En nuestro país ningún grupo puede imponer sus creencias y prejuicios por encima de los principios constitucionales que norman la convivencia social.

En ese sentido, un proyecto de ley debe estar acorde con los cambios socioculturales ocurridos a fines del siglo pasado y principios de éste a nivel mundial y nacional. El Estado, sus instituciones y sus leyes tienen que adecuarse a las nuevas formas de relaciones familiares y de convivencia, independientemente de los lazos de parentesco que unan a las personas.»

Jaime García Chávez

Fuentes cercanas a Enrique cuentan que él participó en las marchas, siempre prudente y moderado y sin afán de hipersexualizar el movimiento. Enrique decía acerca de los derechos humanos: «los derechos no se negocian, se exigen«. Escribió Víctor Orozco para El Diario en 2012:

"No pretendo en esta nota ponerme a discutir los fundamentos del derecho que tienen las personas a discernir sobre sus preferencias sexuales y a ser tratadas con respeto.  Es reconocido en los principales instrumentos internacionales de las últimas décadas. Quedan pocos, aunque muy poderosos enemigos, entre ellos los administradores de las religiones institucionalizadas, como la católica, que se siguen batiendo a favor de la persecución, el ostracismo y el vilipendio de gays y lesbianas. Antes de perder la guerra, seguirán causando daños a cientos de miles de personas, a sus familias y a las sociedades. Retomo para concluir las reflexiones de Enrique Servín y Jaime García Chávez, dos de los intelectuales chihuahuenses quienes han salido en defensa de este derecho y en contra del cáncer social que es la discriminación. Vale la pena recordar en este aniversario de la revolución de 1910, que aquí se inició el movimiento armado responsable de la caída de la dictadura en 1911. Fueron estos rancheros de Chihuahua quienes pusieron el cascabel al gato, colocando en la mesa este “impostergable ejercicio de repensarnos” como quiere Servín. Hace cien años, este ejercicio significó, mediante la crítica de las armas, reclamar derechos políticos y laborales, acabar con privilegios. Hoy, entre otras cosas, implica el terminar con todas las formas de discriminación. Sólo así nos aproximaremos a maneras civilizadas de convivencia."

Por donde él pasaba, iba haciendo que las personas se aceptaran a sí mismas y lucharan contra estereotipos que se imponian en la sociedad chihuahuense de hacía décadas. Gentes cercanas afirman que Enrique ayudó a mucha gente a aceptarse a sí misma, y a la vez su soporte y sus acciones dignificaban todo, nada de que las preferencias sexuales de cada uno fueran un secretos o tabúes.

«Enrique construyó una sociedad aparte, una sociedad de mucho amor, respeto, cordialidad y alegria, en donde cada quien existía en cualquier gama del color que le tocara estar en ese arcoiris de la sociedad, desde gris hasta el negro, pasando por los colores. Enrique se enamoraba de las almas locas, de los rechazados, de los olvidados, de los vulnerables; él era muy solidario con las minorias. Enrique era, además de universal, alguien que apoyaba siempre las causas justas, de las mujeres, de los indígenas. «

(Jesús Muñoz)


El siguiente texto proviene de un artículo que publicó Noel René Cisneros, amigo cercano de Enrique, para la revista Tierra Adentro en 2019. Con su permiso hemos copiado la parte de su texto que mejor conviene a esta sección del sitio, pero recomendamos ampliamente la lectura íntegra de su texto.

«Su preocupación por los demás, por hacer de este mundo un lugar menos hostil, lo vi mucho antes, en el papel de Enrique como activista. En la primavera de 2007 lo acompañé al Congreso del Estado —a cabildear primero y a ejercer presión después— cuando Jaime García Chávez, entonces diputado, hizo la propuesta de Uniones Civiles de Convivencia. Nos presentamos con varios diputados, discutimos y dimos nuestro punto de vista que era el del mero sentido común.

En aquellos ires y venires Enrique me dijo:

—Yo no creo en el matrimonio, ni para heterosexuales ni homosexuales, pero ¿por qué hacernos  ciudadanos de segunda? Los homosexuales también tenemos derecho a ser infelices en el matrimonio.

Enrique sabía que aquella propuesta no era una solución, como lo sabe cualquiera que haya militado a favor del colectivo LGBT+, y que además una propuesta de unión civil de convivencia era una tibieza (como han demostrado diputados conservadores a lo largo del país cuando, tras el dictamen de la SCJN, los proponían en lugar del matrimonio igualitario) y que, en cualquier caso no resolvía el problema de la homofobia rampante de la sociedad en que vivimos.

—Pero es un paso, por algo se empieza— me llegó a decir.

Fuimos con pancartas a la sesión en la que se desechó la iniciativa, algunos de los que nos acompañaron a esa sesión más tarde participaron en la organización de la Marcha del Orgullo Gay de Chihuahua. Aunque sabíamos que aquello iba a pasar, que recibiríamos un no como respuesta por el pleno del congreso estatal, era un paso en la visibilidad. Así me lo hizo ver Enrique, así me hizo entender que las minorías, aunque enfrenten causas perdidas, necesitan luchar o de lo contrario serán aniquiladas.

En aquel entonces fue cuando me explicó lo que era un crimen de odio. Enrique Servín, que era un poliglota, un poeta, un lingüista, daba la casualidad que también era abogado. Aunque nunca ejerció llegó a conocer la importancia de las leyes (a pesar de lo torcidas que llegan a ser a veces) y que hemos de cambiarlas para hacer una mejor sociedad.

Hannah Arendt dice que la única igualdad defendible es la igualdad ante la ley. ¿Y qué si la ley resulta ser, como tantas leyes lo son, causa de la desigualdad? Cambiar la ley, se me responderá. Pero para cambiar en ese sentido la ley, es necesario creer en otras formas de igualdad”, escribió en otro de sus aforismos.

Así, me explicó, los crímenes de odio se realizan contra una persona por su orientación sexual, su identidad de género, su etnia, religión, lengua o adscripción política y se caracterizan por el ensañamiento contra quienes son cometidos.»

Fuentes:

+Iniciativa: pactos civiles de solidaridad. Jaime García Chávez. https://jaimegarciachavez.mx/?attachment_id=174

+El único antídoto contra la tristeza del mundo. Noel René Cisneros. Tierra Adentro, 2019. https://www.tierraadentro.cultura.gob.mx/el-unico-antidoto-contra-la-tristeza-del-mundo/

+Discriminación. Víctor Orozco. El Diario de Juárez, 2012. https://diario.mx/Opinion/2012-11-17_7ebbcea5/discriminacion/