Lucha Social

Por: Nelson Solorio y Noel René Cisneros


Enrique Servín como activista – por Nelson Solorio

Enrique Servín fue conocido en vida como un talentoso literato. Sin embargo, una parte importante de su legado no consiste en libros, sino en su apoyo a distintas causas de gran importancia para la vida colectiva de Chihuahua y de México. Estas causas fueron diversas, ya que Servín era un hombre con múltiples intereses y preocupaciones. Sin embargo, todas estas distintas causas tienen en común los valores de justicia y amor por la cultura y la vida que caracterizan el pensamiento del maestro.


A continuación, enumero algunas de las causas más conocidas por las que realizó diversas
actividades públicas:

  • Fue el principal defensor, estratega y promotor de los derechos lingüísticos de los
    pueblos indígenas, convirtiendo a Chihuahua en el estado mexicano con mayor
    producción editorial en estos idiomas.
  • Consultor para la creación de la Ley de los derechos de los pueblos indígenas del
    estado de Chihuahua.
  • Creador de múltiples programas de cultura que han sido pilares en el estado, tales
    como la colección editorial Flor de Arena de la Universidad Autónoma de Chihuahua;
    redactor de los estatutos en los que se fundamenta el Festival Internacional Chihuahua
    y creador del Omáwari: encuentro de naciones hermanas; y fundador del Programa
    Institucional de Apoyo para la Atención de las Lenguas y las Literatura Indígenas.
  • Recopilador de la tradición oral y de la mitología rarámuri
  • Activista en pro del medioambiente que participó en protestas que exigían respeto
    por el paisaje y los cerros de Chihuahua amenazados por la expansión urbana
    descontrolada.
  • Promotor de la defensa del patrimonio arquitectónico de la ciudad.
  • Así mismo, Enrique Servín asistía frecuentemente a marchas y protestas públicas contra la violencia de género y el clima general de violencia que padece nuestra sociedad.
Firmando peticiones

El mero sentido común – por Noel René Cisneros

El único antídoto contra la tristeza del mundo: contribuir, de la manera que sea, a remediarla”, escribió Enrique Servín en uno de sus afórismos, una máxima que a lo largo de su vida cumplió, cualquiera que lo haya tratado puede dar testimonio.

Enrique Servín era una persona preocupada por los demás, se desprendía con facilidad del dinero que llevaba en el bolsillo si alguien se lo pedía (como recomienda en su poema “Apuntes para una cartilla moral” -transcrita más abajo-); si recogiera esas minucias diarias que hacía por los demás (la mayoría de las veces desconocidos), no acabaría nunca.

Su preocupación por los demás, por hacer de este mundo un lugar menos hostil, lo vi mucho antes, en el papel de activista. En la primavera de 2007 lo acompañé al congreso del estado —a cabildear primero y a ejercer presión después— cuando Jaime García Chávez, entonces diputado, hizo la propuesta de Uniones Civiles de Convivencia. Nos presentamos con varios diputados, discutimos y dimos nuestro punto de vista que era el del mero sentido común.


Apuntes para una Cartilla Moral – Enrique Servín Herrera

Publicado en su poemario «El Agua y la Sombra».

1.-Cree en la alegría y en el dolor ajenos:
son reales, como los propios. 
Pero no pienses que puedes definirlos, ni entenderlos del todo.
Somos islas
y apenas nos es dado, pocas veces
soñar el cielo o el infierno de los otros.


2.-Da limosna. No pagues impuestos.
El impuesto financiará el anteproyecto de un proyecto
pagará al policía, al agente secreto, al soldado
convertirá en cemento las riberas y las playas
saldrá de tu país a cambio de cien discretos tanques antimotines
o abultará el bolsillo de cualquier funcionario sin escrúpulos
-que son los más-. 
La limosna, en el peor de los casos, enriquecerá por momentos 
la vida de un tunante o la de algún borracho que se asoleó demasiado.
No más escrupulosos que el funcionario
pero sí más despreocupados, y seguramente menos nocivos.

Sea la limosna el único de tus trámites
y el único de tus impuestos.


3.-Hiciste bien en pasarte el rojo aquella vez, porque no venía nadie.
Demasiados culpables se escapan de la ley. O la usan
hasta la dictan.
Demasiados inocentes son sus víctimas.
Pero las leyes verdaderas quedan muy alto, muy lejos de aquí. 
Quién sabe dónde. Ellas nos dictan a nosotros
y están en lenguas que nadie puede entender.

Hiciste bien en hacer alto frente al verde aquella vez:
alguien venía.


4.-Qué bueno que les diste de comer a las palomas. Eres un justo.
No porque las palomas sean buenas o bellas, no porque sean
blancas palomas. Sino porque son, tan claramente, otra cosa.
Abusonas, gandallas, cagonas, sexuales, infieles en el amor. Pero amorosas
inquietas y voladoras. Y porque cuando se distraen o se cansan demasiado 
de ser, mueren, como nosotros. 
Yo, qué frecuentemente las he visto acabar en un rincón de madera o 
de losa abandonada, momias color del plomo, a veces índigo
o convertidas en una sola plasta aceitosa en el pavimento, en la que está cifrado 
hermoso aún, y alto
el último vuelo.
No porque sean palomas,
sino porque son, simplemente.
No por mansas ni bellas. Tú eres el justo.


5.-Muestra respeto por la naturaleza, que no es necesariamente sabia.
Deja los bosques o los desiertos como los encontraste. No son el paraíso.
Pero son, por lo menos, una costumbre fantástica del tiempo.
Aún es muy posible enamorarse de este mundo.
No invoques a lo desconocido, no lo incites
a ensayar nuevas formas
en nuevos, impensables escenarios.


6.-El hombre, es una forma pretérita del polvo.
La patria, es el territorio que controlan los amos.
Dios es una teoría.
No apuestes demasiado a nada de esto:                    
acabarías matando, o muriendo
en el nombre del aire.


7.-Cree en la poesía. Que también es de aire
pero que nos ofrece verdades más hondas que la verdad
indecibles como los sueños, bálsamos.
Y que puede, con unas pocas sílabas ingrávidas, invisibles
abrir las puertas de los abismos.

Cree en el mar y en la arena, y en el sol que la inventa
en la alegría de las doradas cervezas y en el fugaz amor.

En la poesía, que salva todo eso
y sobrevive hombres, religiones, y llega más lejos que los imperios.