Biografía

INFANCIA: PRIMEROS ACERCAMIENTOS A LA POESÍA Y LOS IDIOMAS

Enrique Alberto, circa 1968

Enrique Alberto Servín Herrera nació en la ciudad de Chihuahua el 28 de enero de 1958. Fue el segundo hijo de Enrique Servín Llorente y Elena Alicia Herrera Sánchez-Pareja, quienes tuvieron otros cuatro hijos después de él. Creció acompañado por sus hermanos, primos, y una indudable cercanía con su abuela materna, Julia Sánchez-Pareja, y de su tía abuela, Dominga Sánchez- Pareja viuda del historiador chihuahuense José María Ponce de León. Estas relaciones familiares fueron determinantes en su formación académica, así como en su despertar artístico y literario; ambas mujeres le recitaban poemas de niño, mismos que habían aprendido en su juventud y conservaban en la memoria. Así lo recordaba él mismo en una entrevista realizada por Alejandro Merlín en 2013 para la revista Tierra Adentro:


«Tuve la buena suerte de crecer junto a dos mujeres que eran grandes
recitadoras: mi abuela Julia Sánchez-Pareja y su hermana mayor, Dominga.
Tenían gustos diferentes, porque había entre ellas una gran diferencia de
edades, casi veinte años. Mientras la tía Dominga recitaba a Amado Nervo y a
Manuel de Góngora, el modernista hispano- argentino, mi abuela recitaba a
Juana de Ibarbourou y a José Juan Tablada. Aprendí de memoria “Ónix” quizás
a los siete u ocho años. Cuando iba a su casa y no tenía nada que hacer, mi
abuela me decía: “Escribe un poema y te regalo diez pesos”. Eran unas monedas
grandes, de plata. Yo me sentaba en el comedor y me ponía a garrapatear cosas
horribles, muy cursis. Ella las leía y las criticaba lo más benignamente que
podía, así que ese fue el primer taller literario al que asistí. Más tarde, en la
preparatoria, leí a los clásicos españoles, sobre todo a Quevedo y San Juan de la
Cruz, a quien descubrí en una edición pequeñita y de apariencia insignificante,
en una librería de segunda. No tenía ni idea de lo que iba a encontrar en esas
páginas. Allí entendí lo que es la gran poesía, el deslumbramiento, el vuelo, la
transfiguración mediante la palabra.
«


Aquella actividad lo llevó a comprender muy temprano la condición musical de la poesía, la importancia del sonido de las palabras y a hacer de su propia memoria una biblioteca que atesoraba poemas. Quienes lo conocieron pueden dar testimonio de la forma impecable en que recitaba a sus poetas preferidos, desde Catulo -a quien recitaba en latín y español-, hasta a poetas más contemporáneos.

Su abuela Julia (1era de pie de izq-der), y su tía abuela Dominga Sánchez-Pareja (3era), importantes influencias en la vida de Enrique

De manera paralela, el interés de Enrique por las lenguas y culturas del mundo surge de manera temprana en su vida por acercamientos fortuitos con familias de inmigrantes italianos y franceses a la ciudad de Chihuahua. Para 1972 se inició de manera autodidacta en el estudio de la lengua italiana, y el siguiente año, en lengua francesa. Apenas cuatro años después ejercía ya como profesor de ésta lengua en la Escuela Superior de Turismo, y para 1979 ingresó como profesor a la Alliance Française de Chihuahua, en donde impartiría cursos a diferentes niveles desde dicho año y hasta 1991, con algunos intervalos de por medio. Como él mismo indicó en la entrevista para Tierra Adentro:

» […] se mudaron a vivir cerca de nuestra casa unos italianos de apellido
Guglielmina. Regañaban en italiano a sus hijos, quienes les contestaban
indistintamente en italiano o en castellano. Un día le pregunté a mi papá que
cómo era posible eso y me respondió que para ellos el italiano era “tan natural y
tan entendible” como para mí el español. Quedé muy impresionado con eso
.

Poco después me hice amigo de esos niños y comencé a tomar notas en un
cuaderno para recordar el significado de las palabras que iba aprendiendo en
su casa. Así, el italiano fue mi primer “segundo idioma”. Mi madre vio mi
interés y comenzó a enseñarme francés. Poco después Jean Louis Silvy, entonces
director de la Alianza Francesa, me becó generosamente para tomar un par de
cursos ahí, que después seguí por mi cuenta. Luego estudié ruso, a través del
inglés, ya que los manuales que conseguía estaban casi todos en esta última
lengua; si me encontraba con palabras o expresiones que no entendía se las
preguntaba a mi abuela, que había vivido de joven en los Estados Unidos.
Comencé a estudiar inglés por razones prácticas, como lengua auxiliar para
estudiar otras lenguas.»

JUVENTUD: ESTUDIOS EN LEYES E INICIACIÓN COMO ESCRITOR Y TRADUCTOR

En 1979 ingresa a la carrera de Leyes en la Universidad Autónoma de Chihuahua, mismo año en el que funda, junto con Lourdes Carrillo y Federico Urtaza, la revista Palabras Sin Arrugas, que fue una publicación literaria independiente que agrupó a diversos jóvenes creadores, entre otros Rubén Mejía, Héctor Jaramillo, Alfredo Espinosa, Micaela Solís, Rubén Alvarado y Rogelio Treviño. Esta revista duraría poco más de cinco años, entre altas y bajas, y serviría como plataforma para la poesía no sólo de Enrique, sino de sus colaboradores rumbo a publicaciones y carreras literarias importantes.

Palabras Sin Arrugas, no. 12, 1983.
500 Ejemplares

Durante sus años universitarios, Enrique siguió estudiando diversas lenguas como el polaco, alemán, portugués, catalán y árabe, iniciándose también como traductor de poesía con autores como Anna Akhmátova, Wislawa Szymborska, Ossip Mendelsstam, Paul Eluard, Jacques Prévert, Tadeusz Rozewicz, Joan Maragall, Zbigniew Herbert, etcétera.

Enrique Servín, circa 1980. Fotografía de Jean Louis Silvy

En 1984 termina la carrera de Derecho, y para el año siguiente se recibe de abogado. Continúa estudios de lenguas como el malayo-indonesio, y realiza traducciones de Toeti Herati y Subagio Sastrowardojo. Todo esto a la par de su colaboración en el suplemento cultural «Pro-Logos», en donde se le invita a publicar poesía propia, y en donde traduce a Czeslaw Milosz, Adam Wazyk, Anna Swirszczynska, Yukio Mishima y Carles Riba, entre otros.

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